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domingo, 8 de noviembre de 2015

08/11/2014









08/11/2014


Son las 21:00 horas, es una noche fría y en la mesa ya está preparada la cena para tres,dos mujeres y yo, todo pasó con normalidad la noche fue fluyendo, como lo hacen los ríos hacia el mar.

Las risas se apoderaban de la noche, las historias por cada uno de los que allí nos entrabamos  eran contadas durante la cena, llega el momento de los postres y sigue todo con normalidad, hasta el momento de los cafés, una de las allí presentes se queja de un dolor de espalda, el cual fue aliviado con un masaje muy sensual por mi ,ella se sentó en una silla delante mio  a escasos centímetros....mis manos acariciaban su espalda con toda la sensualidad que se puede hacer, aún con el deseo por  parte de los dos de que mis manos fuesen en busca de sus pechos y los acariciase... no tuve el valor suficiente aunque mi deseo por hacerlo es inmenso.

Yo le cogí suavemente por la cintura por debajo de su ropa y la arrimé con firmeza haciendo que el roce de mi parte intima y en un estado de excitación, fuese notado por ella, sigue el juego con las manos, acariciando con sensualidad su piel.
La respiración de ella se vuelve mas tranquila y profunda, el placer de deseo le invade el cuerpo, los dos deseamos una sola cosa...vernos arropados por las sabanas de una cama que esperaba a escasos metros de allí, pero todo queda en las mas sensuales caricias y en los deseos mas eróticos por parte de los dos.

La noche avanza y siguen las historias acompañadas de las risas, casi al finalizar la noche se produce el detonante para nuestros deseosos amantes, un abrazo lleno de deseo y pasión, él rozaba con sus labios el cuello escuchando los suspiros de placer por parte de ella.

La noche termina y la otra mujer y yo nos fuimos a nuestras casas, quedándose ella sola, imagino que totalmente excitada por el masaje que le hice y por el abrazo que nos dimos después, al llegar a mi casa y ya metido en mi cama ella me manda un mensaje dándome las gracias por aquel masaje.

Una cosa nos llevó a otra y terminé a las 5:00 de la mañana en la puerta de su casa, yo estaba temblando, no se si por el frío o porque sabia lo que iba a suceder en un momento.

Ella me estaba esperando en ropa interior que le tapaba una fina bata , me cogió de la mano y me llevó hacia la puerta de su habitación, una vez allí nos besamos con deseo, me metió en su habitación y me fue quitando toda la ropa, yo le quité su fina bata dejando la única prenda que tenía...unas delicadas bragas que no tardé en quitarle. Sus labios acariciaban todo mi cuerpo, dando paso después a su lengua, la que movía con lujuria por mis partes mas excitadas.
Yo no podía creer lo que estaba pasando, los nervios se apoderaron de mi, mientras yo le besaba todo el cuerpo notaba como la lujuria se apoderaba de nosotros, yo jamás había experimentado algo similar como lo de aquel momento.

Mi lengua se encontraba con sus pezones duros como piedras mientras que mis dedos buscaban otras zonas para meterse, veía como poco a poco ella se retorcía de placer en la cama, hasta que llegó el momento que la penetré, ella se puso encima mío y le pude ver bien la cara de excitación, al mismo tiempo que mis nervios aumentaban por el miedo de no poder satisfacer a la mujer que tenia encima mio moviéndose como un caballo desbocado, salvaje y sintiéndose libre por momentos.

A pesar del frío de aquella noche yo estaba sudando como si hubiese estado cinco horas en el gym, mi excitación era cada vez mayor y mi deseo de correrme era inmenso, pero no quería hacerlo, porque lo que realmente quería era ver a aquella mujer con ese grado de excitación, lujuria y deseo por mi cuerpo, no quería que ella terminase aún de pasar sus labios y su lengua por mi cuerpo.

Acariciaba  mi pene con sus manos acompañadas de sus labios una y otra vez, yo ya no podía mas ya que le di placer a ella durante casi hora y media, hasta que llegó el momento que exploté, en ese momento me vi un hombre  insignificante y pequeño ante esa mujer que me había dado el mayor de los placeres.

Nos quedemos abrazados durante un buen rato acariciando nuestros cuerpos hasta quedar rendidos por el cansancio de lo que había pasado minutos antes, ella se dio la vuelta y yo le abracé desde atrás, y por fin nos quedemos dormidos entre esas sabanas que habían sido testigos de la relación mas apasionada y llena de lujuria.





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