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jueves, 3 de diciembre de 2015

Prefiero una soledad digna a una compañía de egoísmos











Prefiero una soledad digna a una compañía de egoísmos

Debemos aprender a estar cómodos con nosotros mismo y a ser capaces de disfrutar de nuestros momentos de soledad para no tener que recurrir a compañías a cualquier precio.
Cuando hablamos de soledad, son muchos lo que no pueden evitar pensar, casi al instante, en una sensación de tristeza y fracaso personal.
La soledad es un concepto que debería ser reformulado en nuestra sociedad y que, de algún modo, también debería enfocarse en su parte más positiva a nivel educativo.

Porque, en realidad, la soledad es también la compañía de uno mismo, y si uno no está bien con sus pensamientos, aceptándose tal y como es en plenitud, entonces desarrollará un vacío en su corazón que otros deberán cubrir.
Y si hay algo que todos nosotros llegamos a descubrir en algún momento es que siempre es mejor estar bien con nosotros mismos que compartir vida con alguien que, en realidad, nos demuestra que la peor soledad es la que nos ofrecen los demás aun estando a nuestro lado.


La soledad es también un pacto de bienestar con nosotros mismos
Es necesario comprender también el lado positivo de algunos términos asociados culturalmente a lo negativo, a lo que todos deberíamos evitar, como es el caso de la soledad.
Debemos entender, en primer lugar, que el ser humano es esencialmente un ser solitario. Nacemos y morimos en soledad, el proceso que hay en el medio se llama vida, y es algo que debemos experimentar con la máxima intensidad.

La soledad es el espacio del alma. Son instantes en los que nos permitimos hablar con nosotros mismos, atendernos, comprendernos…
Quien busca casi de forma desesperada la compañía de otros, sea quien sea, teme en realidad escuchar su voz interior. Tal vez porque tiene aún demasiados miedos, demasiados vacíos no resueltos que alivia cobijándose en los demás.




Algo que debemos tener claro es que, en ocasiones, la peor soledad es la que nos aportan otros: una familia que no nos atiende como debe, una pareja que no escucha, que no se preocupa, que solo se prioriza a sí misma…
Tal y como te hemos señalado al inicio, la soledad saludable es también una dimensión que deberíamos saber trasmitir a los niños para que la entiendan, para que no la vean como algo negativo.

Muchos niños desarrollan el juego simbólico en soledad, imaginando, construyendo escenas, sacando conclusiones, pensando y conociéndose a sí mismos. Son espacios para la reflexión personal que los ayudará a madurar.
No se trata de dejarlos “solos”, sino de propiciar instantes “supervisados” en que puedan pensar, relajarse mediante el dibujo o el juego.

Todo ello les generará comodidad y no una alta dependencia hacia nosotros. Un niño seguro, con una buena autoestima, no teme sus instantes de soledad y entiende que puede disfrutar estando con los demás, o bien estando solo en algún rato del día.
Un aspecto del que se suelen quejar muchas personas respecto a sus parejas, es que aun compartiendo casa y espacios con la persona que aman, se sienten solos. Y ello puede ser algo devastador.




Una relación afectiva nos hace tener muchas expectativas:

Buscamos un compañero o compañera con quien compartir pensamientos, emociones y esas experiencias cotidianas que edifican una vida en común.
Hacer pareja es tenerse en cuenta el uno al otro, preocuparse, atenderse, comunicar opiniones, decisiones…
Es contar con alguien que sabemos que nos va a apoyar y respetar. Que nos tiene en cuenta.
Si esto no se cumple, no estamos ante una relación saludable, ni mucho menos feliz. Lo que tenemos son decepciones y una clara sensación de soledad.

Nunca inicies una relación de pareja para huir de la soledad
Este es un principio esencial que todos deberíamos interiorizar, y no solo por respeto a nosotros mismos, también por respeto a los demás.

Hay personas inmaduras que temen a la soledad porque ello supone estar consigo mismas, un espacio propio que no ven con comodidad y que les asusta.
Son personas con una autoestima muy baja que construyen relaciones muy dependientes y con una gran necesidad de control.
Quien teme a la soledad teme, ante todo, ser abandonado. Y ello implica establecer estrategias de manipulación o chantaje.




No lo permitas. No te dejes llevar por este tipo de relaciones donde una persona te busca solo para huir de su soledad.
Tampoco debemos ser nosotros quienes lleguemos a hacer lo mismo. Es importante mantener la dignidad, y ante todo pensar que también hay felicidad estando solos, porque estar solo no significa estar aislados. Dispones de amigos, de familia, de personas que te son significativas.

No obstante, la persona que siempre debe ser significativa para ti eres tú mismo. Tú eres el amor de tu vida, y decirlo, pensarlo, no es un acto de egoísmo, sino de reconocer que debemos cuidarnos, atendernos.
Porque si tú no estás bien, si tú no eres feliz con lo que tienes y lo que sientes, nunca serás capaz de ofrecer una felicidad auténtica a quienes te rodean. No vale la pena.

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