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martes, 21 de junio de 2016

Adriana















Adriana... relato erótico









Mi nombre es Adriana y quiero contarles lo que me sucedió hace poco tiempo. Con mi marido Rubén tenemos un departamento que alquilamos a dos chicos que estudian en la Universidad. Yo nunca había sido infiel desde nuestro casamiento, pese a que ocasiones no me habían faltado debido a que soy muy atractiva, pequeña de estatura, pero con un cuerpo bien formado que atrae a los hombres. Los dos muchachos (Gastón y Germán), un poco más grandes que mi hija, me resultaban muy interesantes.

Cierta noche de mucha lluvia, Rubén había viajado al campo y no volvería hasta el mediodía siguiente, mi hija estaba en casa de su abuela y los "chicos" volvieron de la Universidad bastante tarde. La luz se había cortado y, cuando escuché la puerta del garaje por donde ellos entran, me asomé a la ventana del pasillo para avisarles que no había luz, pero que no se preocuparan porque enseguida iba a llevarles unas velas.

Me agradecieron y siguieron para el departamento, obviamente empapados por la lluvia. Yo agarré las velas y fui a alcanzárselas. Llevaba ropa de entrecasa, apenas una remera y un pantalón corto encima de mi ropa interior. Hacía calor, pese a la tormenta. Cuando llegué me hicieron entrar, Gastón estaba en el baño secándose, mientras Germán hacía lo mismo afuera, después de haberse sacado la camisa. Yo me dediqué a ubicarles las tres velas que llevé, y le pedí a Germán que le llevara una a Gastón al baño.

Cuando volvieron, nos pusimos a charlar de la lluvia, les conté del viaje de mi marido, de que estaba sola en casa y.… empecé a imaginar cómo terminaría la historia. Ellos ya estaban cómodos y yo sabía que debía tomar la iniciativa, porque ninguno de los dos lo haría con "la señora" que les alquila el departamento, más allá de que se notaba que estaban muy excitados conmigo.

Entonces, sin demasiadas vueltas y a la luz de las velas, pregunté si podía quedarme a pasar la noche con ellos.

- ¿Y en qué cama dormirías? - preguntó Gastón.

Entonces me acomodé en una de ellas y dije:

- Esta es cómoda.

Fui a la otra y aclaré:

- Esta también es cómoda.

Me paré en medio de la habitación y los invité con un:

- Voy a la cama del que me dé los mejores besos.

Los dos se pararon al mismo tiempo, me tomaron uno por detrás y el otro por adelante y empezaron a besarme con ganas. Mi remera y mi pantalón rápidamente quedaron por el piso, y un rato después quedé totalmente desnuda, entre esos dos cuerpos también desnudos que me tenían atrapada y deseosa de sexo.

No sé en cuál de las camas caímos, pero sí que fue Gastón el que primero me penetró, mientras Germán me acariciaba y me besaba a un costado. Tuve mi primer orgasmo con el miembro de Gastón dentro, y él terminó acabándome entre las piernas. Lo mismo hizo Germán a su turno, aunque su pija era bastante más grande que la de su compañero.

En la continuidad de la noche jugamos todo el tiempo. Me penetraron los dos juntos, uno por la cola y otro por la boca. Experimenté sensaciones que nunca había tenido y todo terminó, muy tarde, con los tres duchándonos y yo practicándoles sexo oral a ambos bajo el agua hasta hacerlos acabar.

Nuestras vidas siguieron normalmente, aunque un par de veces tuve ganas de meterme en el departamento y repetirlo. Llegado el fin de clases, Rubén me comentó que los chicos habían renovado el alquiler para el año próximo. Una linda noticia para los tres, porque no faltará oportunidad de volver a tenerlos conmigo en la cama.





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