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lunes, 11 de julio de 2016

Síndrome de Estocolmo 1




El 23 de agosto de 1973, Jan Erik Olsson intentó asaltar el Banco de Crédito de Estocolmo, en Suecia. Tras verse acorralado tomó de rehenes a cuatro empleados del banco, tres mujeres y un hombre. Entre sus exigencias estaba que le trajeran a Clark Olofsson, un criminal que en ese momento cumplía una condena.
A pesar de las amenazas contra su vida, incluso cuando fueron obligados a ponerse de pie con sogas alrededor de sus cuellos, los rehenes terminaron protegiendo al raptor para evitar que fueran atacados por la policía de Estocolmo.
Durante su cautiverio, una de las rehenes afirmó: «No me asusta Clark ni su compañero; me asusta la policía». Y tras su liberación, Kristin Enmark, otra de las rehenes, declaró: «Confío plenamente en él, viajaría por todo el mundo con él».
El psiquiatra Nils Bejerot, asesor de la policía sueca durante el asalto acuñó el término de Síndrome de Estocolmo para referirse a la reacción de los rehenes ante su cautiverio.



Patricia Hearst durante el atraco
protagonizado por el SLA
en el Banco Hibernia.
Un año después, en febrero de 1974, Patricia Hearst, nieta del magnate William Randolph Hearst, fue secuestrada por el ejército Simbionés de Liberación. Dos meses después de su liberación, ella se unió a sus captores, ayudándolos a realizar el asalto a un banco. Este caso le dio popularidad al término de "Síndrome de Estocolmo", al intentar ser usado por su defensa durante el juicio, pero no fue aceptado por el tribunal y Hearst fue condenada por el atraco.

En su novela La punyalada, publicada como obra póstuma en 1904, el escritor español Marià Vayreda describió este estado psicológico

La gente a menudo se sorprende de sus propias condiciones y reacciones psicológicas. Las personas con depresión a menudo se asombran cuando recuerdan que han pensado en matarse. Los pacientes que se recuperan de graves trastornos psiquiátricos se quedan atónitos al recordar sus síntomas y conductas durante el episodio. Una reacción común es: "¡No puedo creer que yo hiciera eso!"

En la práctica clínica, algunas de las personas más sorprendidas son aquellas que se han visto envueltas en una relación abusiva y controladora. Cuando la relación termina, hacen comentarios como: "No sé por qué, pero quiero que vuelva" o "Se qué suena a locura, pero le echo de menos".
Los amigos y familiares se quedan aún más sorprendidos cuando escuchan estos comentarios o son testigos del regreso de un ser querido a una relación abusiva. Mientras que la situación no tiene sentido desde un punto de vista social, ¿tiene sentido desde un punto de vista psicológico? La respuesta es sí.




El vínculo emocional con el maltratador

En un análisis final, el vínculo emocional con el maltratador es en realidad una estrategia de supervivencia para víctimas de abuso e intimidación. El síndrome de Estocolmo en situaciones de secuestro o abuso se conoce tan bien en estos tiempos, que los negociadores de la policía no lo ven ya como inusual. De hecho, a menudo se promueve porque aumenta las oportunidades de supervivencia de los rehenes. Por otro lado, implica que los rehenes que experimentan un síndrome de Estocolmo no cooperarán demasiado en el rescate o proceso judicial. 
El personal policial ha reconocido desde hace tiempo este síndrome en mujeres maltratadas que se niegan a presentar cargos, pagan las fianzas de sus maridos o novios e incluso atacan físicamente a los agentes de policía cuando llegan para rescatarlas de un ataque violento.

El síndrome de Estocolmo puede también encontrarse en relaciones familiares, románticas o interpersonales. El maltratador puede ser un marido o esposa, novia o novio, padre o madre y cualquier otro rol en el que el maltratador esté en una posición de control o autoridad.

Es importante entender los componentes del síndrome de Estocolmo relacionados con las relaciones abusivas y controladoras. Una vez que el síndrome se comprende, es más fácil entender por qué las víctimas apoyan, aman o incluso defienden a sus maltratadores.

Cada síndrome consta de síntomas y conductas y el síndrome de Estocolmo no es una excepción. Mientras que no se ha establecido una lista definida debido a la variedad de opiniones entre los investigadores y expertos, varios de estos rasgos estarán presentes:

-Sentimientos positivos de la víctima hacia el abusador/controlador
-Sentimientos negativos de la víctima hacia familiares, amigos, o autoridades que tratan de rescatarlos o apoyarlos en su liberación
-Apoyo a las conductas y sentimientos del abusador
-Sentimientos positivos del abusador hacia la víctima
-Conductas de apoyo de la víctima, a veces ayudando al abusador
-Incapacidad para llevar a cabo comportamientos que podrían ayudarla en su liberación o desapego.

El síndrome de Estocolmo no ocurre en cada situación de secuestro o abuso. En otro atraco a un banco con rehenes, tras aterrorizar a empleados y jefes durante horas, un francotirador de la policía disparó e hirió al atracador. Después de caer al suelo, dos mujeres lo levantaron y lo llevaron a la ventana para que le disparan de nuevo. Como puede verse, están implicados factores como el tiempo expuesto al abuso/control y otros.

Se ha visto que cuatro situaciones o condiciones están presentes y sirven como base del desarrollo del síndrome de Estocolmo. Estas cuatro situaciones pueden encontrarse en casos de secuestro, abuso severo y relaciones abusivas:

-La percepción de una amenaza a la supervivencia física o psicológica y la creencia de que el abusador llevará a cabo la amenaza.
-La percepción de cierta amabilidad del abusador hacia la víctima.
-Ausencia de un punto de vista diferente al del abusador.
-La percepción de la incapacidad de escapar de la situación.

Al considerar cada situación, podemos entender cómo el síndrome de Estocolmo se desarrolla en las relaciones románticas así como en situaciones de secuestro. Veamos cada una de las situaciones.

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